"Yo no estoy secuestrada, estoy enamorada": Sara Cosío Vidaurri, el gran amor de Rafael Caro Quintero

La historia de amor que le costó la libertad a Rafael Cosío Quintero, quien este 15 de julio fue detenido por Marina.

El 4 de abril de 1985, Rafael Caro Quintero fue detenido en la quinta La California, en Alajuela, Costa Rica. Junto a él se encontraba Sara Cosío Vidaurri,  hija de Octavio César Cosío, exsecretario de Educación en Jalisco. El amor que Caro Quintero sentía por Sara hizo que las autoridades de costarricenses lo detuvieran.

En un principio las autoridades pensaron que ella se encontraba secuestrada, pero al ser interrogada, respondió "Yo no estoy secuestrada… Estoy enamorada de Caro Quintero".

Rafael Caro Quintero es considerado como uno de los padres de los cárteles de drogas en México. Actualmente, el sinaloense fue detenido este 15 de julio del 2022 por la Secretaría de Marina, informaron fuentes del gabinete de seguridad. Lo acusan de no haber pagado su pena por la muerte del agente de la DEA, Enrique “Kiki” Camarena.

La historia del gran amor de Rafael Caro Quintero

Sara Cosío Vidaurri, es hija de Octavio César Cosío, exsecretario de Educación en Jalisco, compartía su gusto por los centros nocturnos y restaurantes caros en Guadalajara; asimismo, compartía su carácter arrebatado y su amor por el lujo.

Desde que Caro Quintero vio a Sara quedó enamorado de ella, pero se dice que Cosío le hizo más de un desplante, antes de aceptar salir con él. Su amor nunca fue aceptado por la familia de ella. Sin importar los regalos que el fundador del Cártel de Guadalajara les diera, entre ellos hubo un auto, que fue rechazado. Los padres de Sara desaprobaban que su hija saliera con un narcotraficante.

Se dice que Caro Quintero no se ocultaba, pues solía acudir a restaurantes donde iba la clase política; sin embargo, eso cambió en 1985, cuando ordenó secuestrar y asesinar a Enrique Camarena, agente de la Agencia Antidrogas (DEA), quien descubrió toneladas de marihuana en el rancho del narcotraficante.

Por lo tanto, Caro Quintero tuvo que salir huyendo y Sara decidió seguirlo. Se asentaron en la Quinta, La California en Costa Rica, donde el capo compró propiedades y decidió hacer su vida de nuevo.

Sin embargo, las autoridades mexicanas decidieron intervenir los teléfonos de la familia de Sara, seguros de que en algún momento ella trataría de contactarlos. Y eso pasó. Sara llamó a sus padres para decirles que estaba bien y a salvo.

Ese fue el fin de su “luna de miel” con el Príncipe. Las autoridades ubicaron a la joven gracias a esa llamada. Horas después, oficiales costarricenses irrumpieron en la finca y capturaban al enemigo número uno de la DEA.

De inmediato fue extraditado a México, donde recibió la pena máxima de 40 años de prisión por delitos de privación ilegal de la libertad, homicidio calificado, trafico de marihuana y cocaína, entre otros delitos.

Cumplidos los 28 años de cárcel fue liberado por un fallo y desde entonces era el hombre más buscado por la DEA, que ofrecía recompensa de 20 millones de dólares por información que conduzca a su captura. Actualmente fue detenido.

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